¿Qué es
un Adulador?
El diccionario define adular como “hacer
o decir con intención, a veces inmoderadamente, lo que se cree que puede
agradar a otro”. Otro diccionario es sin embargo más claro, al definir adular
como “elogiar excesiva o falsamente”. Un sinónimo de adulación es “lisonja”,
definida como “alabanza afectada para ganar la voluntad de alguien”.
Adular es una mentira encubierta por palabras exóticas. La mayoría de
los que utilizan esta comunicación lo hacen para obtener un favor. El favor
deseado no siempre es algo material; puede ser un beneficio inmaterial, como la
aceptación. El adulador tiene baja autoestima y al creer que les agradará a
otros si los cumplimenta.
De modo que en definitiva, la adulación es
siempre mendingar alabanzas en exceso, para conseguir algo a cambio. Claro, se
adula a personas que son sentidas como superiores en algún sentido, sea ésta
una percepción o algo real, como sucede cuando se adula a personas con poder.
De hecho, la forma más común en que se observa la adulación es en relación a
personas superiores en el sentido de estar investidas de más poder.
¿Qué oscuras tretas esconde la mente de un
adulador?
Lo común es obtener un
beneficio. El favor de un jefe, gozar de más consideración, conquistar a una
mujer o viceversa. En ciertos casos, como frente a un tirano, para recibir un
trato menos cruel. Pero hay también otras motivaciones; en ocasiones el
adulador puede desear en secreto recibir él mismo esa adulación, generalmente
porque tiene una pobre autoestima. Si bien quien es adulado no se da cuenta que
se le infla el ego, el adulador tampoco se da cuenta de que su conducta tiene
que ver con la propia humillación. La adulación es la antesala de dos rasgos negativos:
la manipulación y el servilismo.
El adulador jamás es un amigo de verdad ni una persona del todo confiable y honesta. Cuando las cosas se invierten, el adulador pasará al polo opuesto, con una gran frialdad hacia quien antes adulaba o incluso con odio y violencia en alguna de sus formas.
El salmo 36,15 nos enseña: Su espada penetró en su
corazón. Pero el que adula a otro le induce a pecar mortalmente.
“No es para mí el mostrar favor ni el adular a nadie. Porque yo no sé adular, y mi Hacedor podrá soportarme poco tiempo.”(Job 32:21-22)
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